el gigantesco hombre ballena solía pescar junto a una gran roca. Un día, mirando la roca y la montaña, arriba, al fondo, pensó que la piedra pertenecía a la montaña. Agarró la enorme piedra, varias veces más grande y pesada que él y se dispuso a subirla. Por el camino se topó con monjes que pensaron que le enviaba Dios para devolver la Roca de la Verdad a la madre montaña. Se topo con comerciantes a quienes estorbaba en su trayectoria. Se topó con alcaldes que festejaron su paso por el pueblo. Se topó con bandidos que quisieron robarle la roca, y con turbas que se burlaron de él y lo apedrearon. Al final una tormenta de nieve estuvo a punto de acabar con su vida. Consiguió dejar la roca y bajó maltrecho a pescar al río.
Varios meses después, mirando el hueco de la roca, y la enorme roca arriba en lo alto de la montaña, se dijo “creo que la roca estaba mejor aquí abajo. Cualquier día subo y la vuelvo a traer”.
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